jueves, 13 de septiembre de 2012

S.O.S. PERIODISMO ...---...

No creo que sea casualidad que cuatro meses de ausencia (por lo que me excuso, dicho sea de paso) en este blog, se rompan precisamente para escribir sobre el mismo asunto sobre el que lo hice la última vez, el 14 de mayo. Probablemente no sea porque no haya tenido cosas que contar, pero digamos que me he hecho afín al "microblogging", o lo que es lo mismo, a Twitter. Sin embargo, lo que me gustaría expresar en este post no cabe en 140 caracteres. Probablemente tampoco en una entrada de extensión "recomendable". Así que me conformo con expresar en unas líneas lo que me lleva rondando desde hace tiempo la cabeza, para hacerlo llegar, modestamente, a quienes las lean.
Yo no soy nadie más que yo. Una joven periodista de 29 años, que hace siete consiguió el sueño de su vida: trabajar en una emisora de radio (la mejor, sin duda) que le ha dado la oportunidad de aprender y crecer cada día gracias a los profesionales que allí trabajan, o han trabajado, y a otros tantos que también desempeñan una labor excepcional en otros medios, o la han desempeñado. Por desgracia, cada vez quedan menos compañeros y compañeras a pie de noticia de los que me encontraba allá por 2005 cuando asistía a mis primeras ruedas de prensa, o reuniones de periodistas, en las que, normalmente entre risas, nos contábamos las "aventuras y desventuras de un reportero de calle".
Los periodistas somos, y seremos siempre, esos "seres" a los que muchos nos echan la culpa de lo que a otros les pasa. Nos llaman manipuladores, dicen que estamos comprados, y que no nos hacemos eco de lo que a la gente, de verdad, le importa. "Unos crean la fama, y otros cardan la lana", dice el refrán. Qué le vamos a hacer. Va con el (bajo) sueldo que (en general) recibe el sector.

Sin embargo, y a pesar de ser tachados de todo lo anterior, nosotros sabemos lo que nos mueve a desempeñar cada día, lo mejor que podemos, nuestro trabajo y cumplir el compromiso implícito que adoptamos con la sociedad el mismo día que decidimos trabajar en esto, que no es otro que el de contarle a la gente lo que le pasa a la gente y lo que afecta a la gente. Ni más, ni menos. Mientras nos dejen. Porque cada vez somos menos. Y cuantos menos periodistas haya, menos  tiempo para investigar, así que habrá menos noticias. Y no sé si se lo han planteado, pero cuantas menos noticias podamos dar a conocer, todos tendremos menos libertad; en definitiva, menos democracia. Puede que nosotros mismos seamos los culpables, en parte, de la situación que vivimos. Pero como sigamos así, cuando nos demos cuenta, sólo podremos pedir auxilio por señas, o por morse, como el Titanic, porque no habrá, ahora sí que no, periodistas que cuenten lo que le pasa a los periodistas.

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Gracias, hoy especialmente, por seguir la corriente

Post dedicado a todos los compañeros y compañeras que han sido despedidos en Canarias durante esta crisis.

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