Quien me conoce sabe que no soy "la reina de la fiesta" precisamente. Pero disfruto mucho, como la mayoría de los jóvenes de la capital (téngase en cuenta de dónde hablo), tomando algo con amigos y conocidos, mientras hablamos y nos reímos en las noches de verano. Claro. El problema es dónde.
Aunque fueron anunciadas a bombo y platillo, las famosas terrazas de verano (extintas desde hace varios años) parece que no llegarán a tiempo de ser disfrutadas por aquellos que buscan un sitio, aunque sea uno, para poder bailar y tomar una copa en un lugar al aire libre en una gran ciudad con una temperatura media de unos 28 grados en esta época. Qué triste. Ni uno hay.
Anoche celebrábamos el cumpleaños de una amiga. Cenamos en un restaurante de la zona y como siempre, la siguiente pregunta es "¿a dónde vamos?". Estando pues, en la única zona "con movimiento" (sin contar con la Avenida de Anaga, donde los locales son cerrados) de la capital (repito), barajamos posibilidades: cualquiera de los bares o pubs donde tomar una copa te obliga a pagar una ingente cantidad de dinero y llenos hasta la bandera (lógico, si no hay muchos locales a donde ir) o ir a uno de los locales de los grupos de Carnaval (con precios populares) y disfrutar de ella al aire libre y en la calle, como por otro lado, "manda" la época veraniega en la que estamos. La respuesta se la pueden imaginar.
Anoche se estaba genial en los aledaños de la Calle de la Noria. Y nosotros nos sentamos en el murito que da al Barranco de Santos. Buen ambiente, buena compañía, buen rollo... ¿Qué más se puede pedir?... ¿Qué podía, por otro lado, estropear aquello? Exacto. La Policía Local, más concretamente la Unipol. Ya dije antes que no era el alma de la fiesta, y tras beberme mi Coca-cola Zero me disponía a irme con unos amigos a casa. Pero antes de marcharme capté la imagen que ven debajo (perdón por la calidad): los agentes le pedían los nombres y DNIs a los jóvenes que tuvieron la "mala pata" de ponerse en la parte alta del muro del barranco (los que más a mano tenían los agentes tras dejar mal aparcado su vehículo debajo del Puente Serrador). El resto, los que estaban más abajo, iban dando el aviso a los siguientes. Cuestión de estrategia. Qué pena. Los "pringados" (sin tono despectivo, obviamente) pagaron "el pato" de todos los demás por... ¿Tomar algo sin molestar a nadie en una noche de verano en la que se supone que es la capital de una de la isla? En serio. Santa Cruz está muerta, y yo me pregunto: ¡¿Hasta cuándo?!
